Antes de empezar a decir diré, que suenan desde ayer, los sonajeros que dejaste colgando, de mi celda en este cuerpo. Y no he dormido desde entonces escuchando, cascabeles o caballos, en remolino de risa alzada.
Sentir trepar por la nuca, el aliento suspendido en el aire. Que ya no es porque ha sido, que ya no es . . .
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